





En la serie “El Día que cayó el Dubrovnik”, Ximena Roux captura la paradoja de la ignorancia ante el sufrimiento. La mañana siguiente al trágico colapso del Hotel Dubrovnik en Villa Gesell, donde se perdieron vidas y se alteró la comunidad, la autora, ajena a la tragedia que ocurría a menos de 200 metros, se dedicó a fotografiar un paisaje inusualmente solitario, propiciado por un clima que invitaba a transitar la costa. El silencio que percibía en su entorno contrastaba con el estruendo de la desgracia cercana, revelando la desconexión entre la calma personal y el dolor ajeno. Estas imágenes, impregnadas de una melancolía serena, invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y la capacidad humana para permanecer ajeno al sufrimiento que ocurre a su alrededor.